Con el recuerdo de esta canción del viajero estelar…. pienso
en esta primavera algo congelada. No solo en lo climático, una sensación
personal y colectiva de estancamiento, en esta época que solo debería ser de
florecimiento. No me gusta este país esquina vista al mar por estos días, con
sueños detenidos, tergiversados, donde otra vez muchos parecen estar en sus intereses
personales más que en la ganancia colectiva en diversos ámbitos.
No me engaño, el
neoliberalismo en lo económico y el individualismo en lo social hace rato que
han ganado terreno, pero siempre hay rayitos de esperanza que uno busca
encontrar…. pero el esquiva sol no los alienta. Reformas presentadas como una
posibilidad de cambio real, que terminan tan reformadas que vuelven a más o
peor de lo mismo, espacios de participación que se transforman en oportunidades
para protagonismos personales más que la búsqueda del interés común, promesas
que no se cumplen dando paso a que se perpetúen aberraciones como una
constitución heredada de la Dictadura, unas fiestas patrias que de patria
tienen poco convertidas en una celebración consumista y hedonista. Puede que el
Sábado gris aporte al pesimismo, pero hace rato que las noticias traen poco que
aportar a un mejor ánimo.
Y cuando busco, comparto, recuerdo por donde va el camino
parece que lo más alentador es remitirnos al espacio pequeño, a lo posible en
nuestro entorno más directo, a la micro comunidad. A los cambios en pequeñas
acciones: recitar en conjunto un poema en la oficina para recordar que la
cultura está en todas partes, conversar con nuestro vecino de asiento en el
transantiago lo bueno del cantante popular que escuchamos, tomarse un café con
un amigo que no vemos hace años y recordar “buenos tiempos” rescatando
enseñanzas más que decepciones… hacer vida comunitaria rescatando los valores
que nos gusta compartir. Buscar la primavera en nuestro barrio, nuestra casa, en
los ojos de quienes amamos sin dejar que nuestros sueños se congelen.